INUNDACIÓN DE YERBA MATE IMPORTADA: MEDIDAS GUBERNAMENTALES DISPARAN LAS COMPRAS EN BRASIL Y PARAGUAY

En los primeros tres meses del año, las importaciones de yerba mate desde Brasil y Paraguay han registrado un marcado aumento, alcanzando los 3,83 millones de kilos, un 30% más en comparación con el mismo período del año 2020, el cual ya había establecido un récord con 30 millones de kilos importados. Este crecimiento representa un notable 10% de la producción nacional, según datos recientes del INDEC.

Este fenómeno puede atribuirse en gran medida a las políticas de apertura de importaciones implementadas por el Gobierno Nacional, que han facilitado el acceso a divisas y eliminado la retención de Ganancias, junto con un contexto de brecha cambiaria y retraso en la actualización del tipo de cambio oficial.

Actualmente, la yerba canchada importada se compra a precios entre 1,2 y 1,3 dólares por kilo, lo que equivale a aproximadamente 1250 pesos al sumar el impuesto PAIS del 17,5%. En contraste, el mismo producto de origen nacional, específicamente de las provincias de Misiones y Corrientes, se comercializa a un precio significativamente mayor, alcanzando los 1800 pesos por kilo.

Las medidas adoptadas incluyen además un plazo de 30 días para la cancelación en pesos y la compra de divisas, junto con la exención del 20% del doble anticipo de IVA y del 6% del anticipo de Ganancias. Estas disposiciones han hecho que las importaciones sean cada vez más económicas y atractivas para los empresarios locales, incrementando la presión sobre los productores nacionales.

Este incremento en las importaciones ha generado preocupación entre los productores de yerba mate en Misiones y Corrientes, quienes ven amenazada su competitividad frente a productos que ingresan al mercado a precios reducidos debido a las ventajas cambiarias y fiscales otorgadas a las importaciones.

El debate sobre el impacto de estas políticas en la industria local y en la economía regional está más vigente que nunca, con voces que se alzan tanto a favor como en contra de la apertura económica que, si bien promueve la competencia y podría beneficiar a los consumidores, también plantea desafíos significativos para la producción nacional y el empleo en sectores tradicionales del país.