En una reciente columna de opinión en Time, los reconocidos expertos en salud Mark Hyman y Ron Gutman han lanzado una propuesta audaz: tratar el azúcar de manera similar a como se tratan los cigarrillos. Los autores abogan por un cambio radical en el etiquetado de los alimentos, instando a que se incluyan advertencias claras sobre los riesgos asociados al alto consumo de azúcar.
Hyman, médico de familia y autor de best-sellers, junto con Gutman, inventor y profesor adjunto de la Universidad de Stanford, destacan la importancia de que los consumidores estén bien informados sobre el contenido nutricional de los alimentos que consumen. Subrayan que el azúcar impacta negativamente en numerosos aspectos de la salud, incluyendo el equilibrio hormonal, la química cerebral y el sistema inmunológico.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos recomienda que los adultos no consuman más de 50 gramos de azúcar añadida por día, basándose en una dieta de 2.000 calorías. Sin embargo, la ingesta promedio en EE.UU. es de aproximadamente 150 gramos por día, cifra que triplica la recomendación de la FDA y contribuye a que casi la mitad de la población adulta americana sufra de diabetes o prediabetes.
Los expertos critican la complejidad de las etiquetas nutricionales actuales, donde el azúcar puede aparecer bajo más de 60 nombres diferentes, lo que dificulta a los consumidores regular adecuadamente su consumo. Proponen que, al igual que las cajetillas de cigarrillos, los productos alimenticios deberían incluir advertencias sobre los peligros del exceso de azúcar.
Además, Hyman y Gutman aplauden la iniciativa del Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA) de limitar los azúcares añadidos en las comidas escolares, medida que consideran un paso crucial para inculcar hábitos alimenticios saludables desde la infancia.
Concluyen que asegurar el acceso a información clara y directa sobre el contenido de azúcar es un derecho fundamental de todos los consumidores, crucial para tomar decisiones informadas sobre la alimentación y la salud en general. Esta perspectiva basada en la evidencia es parte de su compromiso con la mejora del bienestar y la longevidad de la población, en un momento en que el debate sobre el consumo de azúcar es más relevante que nunca.
