UN GRUPO DE CIENTÍFICOS ARGENTINOS DESARROLLA UNA VACUNA CONTRA EL CHAGAS

A medida que la Organización Mundial de la Salud (OMS) continúa calificando al Chagas como una de las enfermedades desatendidas que provocan la muerte de más de 12,000 personas al año, principalmente en América Latina, un esfuerzo conjunto de científicos argentinos y europeos está a punto de cambiar el panorama de esta enfermedad de manera significativa.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) ha unido fuerzas con instituciones científicas y biotecnológicas europeas para desarrollar una vacuna innovadora que podría transformar la lucha contra el Chagas. Esta enfermedad, causada por el parásito Trypanosoma cruzi, ha sido durante mucho tiempo una carga en la región, y la pandemia de COVID-19 ha reforzado la importancia de las vacunas en la prevención de enfermedades.

La vacuna, llamada Cruzivax, ha sido diseñada para ser administrada de manera nasal, eliminando la necesidad de agujas y mejorando la comodidad para los pacientes. Este enfoque novedoso es el resultado de una colaboración entre la UBA y un consorcio multinacional conocido como Cruzivax, compuesto por tres universidades, tres institutos de investigación financiados públicamente y cinco empresas biotecnológicas.

El equipo de investigadores ha realizado pruebas exhaustivas en diversos animales, incluyendo ratones, perros y primates no humanos. Estos estudios han incluido evaluaciones de seguridad, toxicidad y formulación de la vacuna para su administración nasal. El siguiente paso crucial será la presentación de toda la documentación recopilada a las agencias reguladoras para obtener la autorización para llevar a cabo la Fase I de los ensayos clínicos en seres humanos. En esta fase, se evaluarán aspectos de seguridad, dosis y eficacia de la vacuna.

El alcance global de este esfuerzo es impresionante, con participantes de múltiples países europeos y la Universidad de Buenos Aires como el único representante de América en este consorcio. Esta colaboración demuestra cómo la investigación científica puede superar fronteras y unir a expertos de diferentes regiones para abordar problemas de salud de importancia crítica.