CRISIS SOCIAMBIENTAL Y LA NECESIDAD DE UNA ESTRATEGIA REGIONAL EN SUDAMÈRICA

En un mundo marcado por la incertidumbre y los desafíos globales, como la pandemia de COVID-19, el crecimiento poblacional acelerado, la pobreza y la desigualdad, y la crisis climática y ambiental, la humanidad se encuentra ante la necesidad de comprender y enfrentar los riesgos que amenazan al planeta. Sin embargo, la sociedad global en su conjunto aún carece de una conciencia plena sobre estas problemáticas y sus consecuencias reales.

En particular, en Suramérica, se plantea la necesidad de un debate y una estrategia conjunta entre los países de la región. Históricamente, los territorios suramericanos han sido divididos en repúblicas y han sufrido una dependencia de los países desarrollados del hemisferio norte. Este sistema internacional de intercambio de bienes ha perpetuado desigualdades y brechas, dejando a la región con altos índices de pobreza, marginación y daños ambientales.

La pregunta que surge es si estamos dispuestos a permitir que nuestras riquezas naturales sigan siendo expoliadas a cambio de perpetuar la pobreza y la degradación ambiental en la región. Es necesario resistir cualquier intento de dominación extranjera y buscar mayores niveles de autonomía y capacidad de decisión. Para lograrlo, se requiere una estrategia regional conjunta, independientemente de las diferencias ideológicas de los líderes actuales.

La construcción de un proyecto político, económico y social integrador en Suramérica se vuelve crucial. Este proyecto debe basarse en la sustentabilidad ambiental, garantizando el desarrollo económico y social equitativo. Es fundamental ejercer el control soberano sobre los recursos naturales y gestionar de manera conjunta y sostenible los ecosistemas compartidos entre los países de la región.

La región suramericana posee un potencial invaluable, desde la biodiversidad de la Amazonia hasta las reservas de agua dulce y los recursos minerales, como el litio. Si tomamos conciencia de este potencial y los desafíos que enfrentamos, podremos construir un futuro en el que estos recursos contribuyan al desarrollo inclusivo y sean preservados de la voracidad de un sistema capitalista global depredador.