CÓMO SE CUENTA EL VOTO EN BLANCO Y A QUIEN BENEFICIA

En las elecciones de 2023 en Argentina, es probable que se repita un patrón que ha sido recurrente: el voto de los ciudadanos que, para expresar su descontento con la política, optan por la opción del "no voto". Esta elección de no participar se manifiesta de varias formas, ya sea a través del voto en blanco, el voto nulo o simplemente la abstención de sufragar.

El voto en blanco, de acuerdo con la legislación electoral, se considera una manera en la que un votante puede expresar su desacuerdo con los candidatos y propuestas políticas presentadas. Aunque se trata de un voto válido, no se considera afirmativo. La ley establece que una fórmula será declarada ganadora en primera vuelta si obtiene más del 45% de los votos afirmativos válidamente emitidos o si alcanza al menos el 40% de los votos afirmativos válidos y mantiene una ventaja de al menos diez puntos porcentuales sobre la fórmula que le sigue en número de votos.

Es importante señalar que la forma en que se manejan los votos en blanco difiere entre las Elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y las elecciones generales. En las PASO, los votos en blanco se cuentan como parte de los votos válidos emitidos, lo que afecta el umbral del 1,5% que deben superar las listas. Sin embargo, en las elecciones generales, se cuentan solo los "votos afirmativos válidamente emitidos", excluyendo los votos en blanco del recuento final.

Este proceso, al omitir los votos en blanco en las elecciones generales, puede tener un impacto significativo en los resultados y en la posibilidad de que una coalición alcance el umbral necesario para ganar en la primera vuelta. Los votos en blanco, en consecuencia, se convierten en una expresión de descontento y desacuerdo con las opciones presentadas en las elecciones, aunque su influencia real en el resultado puede ser limitada.