LOS PROPÓSITOS DE FIN DE AÑO SEGÚN CADA CULTURA Y CUÁL ES SU EFECTO PSICOLÓGICO

Cada año, millones de personas en todo el mundo elaboran listas de propósitos para el Año Nuevo, desde metas físicas hasta cambios de estilo de vida. ¿Son estos propósitos una pérdida de tiempo o realmente tienen un impacto en el cambio de comportamiento? La ciencia ha examinado este fenómeno, y los resultados son alentadores.

Los propósitos de Año Nuevo han existido en diversas formas a lo largo de la historia, con muchas culturas que encuentran momentos específicos para la introspección y el cambio de comportamiento. Investigaciones sugieren que establecer un objetivo específico y tener un plan para lograrlo puede aumentar significativamente las probabilidades de éxito.

Un estudio de 2002 publicado en el Journal of Clinical Psychology encontró que aquellos que establecieron propósitos de Año Nuevo tenían un 44% más de probabilidades de lograr sus metas después de seis meses en comparación con aquellos que no lo hicieron. Además, otro estudio señala que el 46% de las personas mantienen sus propósitos durante al menos seis meses, y el 8% los cumplen durante todo el año. Aquellos que eligen hacer una resolución de Año Nuevo tienen 10 veces más probabilidades de cumplirla.

El "efecto de nuevo comienzo" es un fenómeno psicológico asociado con estos propósitos. Se cree que estos momentos temporales permiten a las personas dividir su percepción del tiempo en "antes" y "después", brindando una sensación de renovación y motivación. Este fenómeno también fomenta un "pensamiento global", impulsando a las personas a invertir más en objetivos a largo plazo en lugar de gratificaciones instantáneas.

En resumen, la ciencia respalda la efectividad de los propósitos de Año Nuevo como impulsores del cambio positivo, ofreciendo a las personas la oportunidad de redefinirse y comprometerse con metas alcanzables a lo largo del año.