SANTA FE: ENFRENTANDO EL ABISMO URBANO, ENTRE SOCAVONES MISTERIOSOS Y EL DESAFÍO DE RECONSTRUIR SU SUELO

La ciudad de Santa Fe se enfrenta nuevamente a una serie de enigmas urbanos que parecen sacados de una novela de misterio. El ya histórico “cráter” formado en Urquiza y Bulevar Pellegrini en 2015 no fue un caso aislado. Desde entonces, la frecuencia de hundimientos y socavones en este sector de la ciudad ha mantenido en vilo a la población y a las autoridades. El último episodio, casi tragándose a una persona en 9 de Julio y Bv. Pellegrini, ha vuelto a encender las alarmas sobre qué hay debajo de las calles de Santa Fe.

Este fenómeno, lejos de ser anecdótico, parece seguir un patrón en ciertas zonas del ejido urbano, donde el subsuelo esconde tal vez más secretos de los que estamos dispuestos a admitir. La respuesta a por qué ocurre esto aún es difusa, pero especialistas en ingeniería y urbanismo comienzan a esbozar hipótesis que van desde lo natural hasta lo antrópico, en un intento por desentrañar las causas de estos eventos.

La ingeniera consultada por este medio señala que “las causas pueden ser muchas y muy variadas”, apuntando a factores naturales como cambios climáticos extremos, que alteran las condiciones del suelo y el nivel freático, y antrópicos, relacionados con la alta urbanización y la falta de mantenimiento de las infraestructuras existentes. “Antes llovía en un mes 300 milímetros, y ahora tenemos en una sola tormenta 90 milímetros que caen en media hora”, ilustra, evidenciando cómo el cambio climático incide directamente en la frecuencia y severidad de estos sucesos.

La situación se agrava con la urbanización acelerada y la transformación del uso del suelo, que han hecho que las cuencas se vuelvan más impermeables, limitando la infiltración del agua y aumentando el flujo hacia ríos y desagües. Esto, sumado a la falta de mantenimiento y actualización de las obras hidráulicas, diseñadas para un contexto urbano de hace décadas, pone en riesgo la estabilidad del terreno.

Además, la posible existencia de conexiones cloacales domiciliarias clandestinas podría estar exacerbando el problema. “Si se identificaran conexiones cloacales domiciliarias clandestinas, claro que generarían problemas”, admite la ingeniera. Las obras cloacales, diseñadas para una capacidad específica, se ven sobrepasadas por la demanda no calculada, lo que puede llevar a fallas estructurales y, eventualmente, al colapso del suelo.

Frente a este panorama, la ciudad de Santa Fe se encuentra en una encrucijada que requiere no solo de una investigación profunda del subsuelo, como la que se está llevando a cabo con georradar, sino también de una reflexión sobre el modelo de urbanización y gestión de recursos hídricos. La recurrente aparición de socavones no solo cuestiona la seguridad de sus habitantes sino que invita a repensar las prácticas de desarrollo urbano, en busca de una ciudad más resiliente y segura para el futuro.