Actualidad
LA CLASE MEDIA SE ACHICA: MÁS DE LA MITAD DE LOS ARGENTINOS YA PERTENECE A LA CLASE BAJA
09/11/2025 - 09:25
La crisis económica volvió a golpear al corazón de la sociedad argentina: la clase media. Un informe reciente revela que solo el 43% de los hogares se mantiene dentro de este estrato, mientras que el 52% ya pertenece a la clase baja y apenas el 5% califica como clase alta.
El estudio, elaborado por la Fundación Pensar —think tank vinculado al PRO— junto con la consultora Casa Tres, se basó en una encuesta nacional realizada entre septiembre y octubre, con datos complementarios del INDEC.
UNA CLASE MEDIA QUE SE ACHICA
Según el informe titulado “Esperando la carroza: la clase media Mafalda se diluye”, hoy para pertenecer a la clase media se necesitan ingresos mensuales de entre $2.000.000 y $6.500.000 por hogar. Sin embargo, cada vez menos familias alcanzan ese rango, lo que marca una pérdida sostenida del poder adquisitivo y un deterioro estructural del nivel de vida.
El estudio también revela una fuerte brecha entre la percepción y la realidad: aunque solo cuatro de cada diez hogares son de clase media según sus ingresos, el 65% de los encuestados se considera parte de este grupo.
EL TRABAJO YA NO ALCANZA
La pérdida de poder adquisitivo se refleja directamente en la relación con el trabajo. Seis de cada diez argentinos aseguran que su empleo apenas les permite “subsistir”, mientras que más de la mitad afirma que su capacidad de consumo es hoy mucho peor que hace un año.
El fenómeno refleja un cambio profundo en la identidad de la clase media, marcada por la precarización laboral, la pérdida de previsibilidad y la sensación de estancamiento. “La clase media fue históricamente el corazón del imaginario nacional. Hoy vive un proceso de mutación: sigue siendo aspiracional, pero sufre la pérdida de seguridad y previsibilidad que la definían”, señaló Guillermo Oliveto, fundador de la consultora Casa Tres.
DEL CONSUMIDOR ASPIRACIONAL AL CONSUMIDOR SACRIFICIAL
El informe introduce un concepto que resume este nuevo escenario: el del “consumidor sacrificial”, que reemplaza al clásico “consumidor aspiracional”. Antes, el consumo era símbolo de progreso y bienestar; hoy se asocia al esfuerzo, la resignación y la necesidad de priorizar lo esencial.
Las familias destinan la mayor parte de sus ingresos a salud, educación y alimentos, relegando gastos que antes eran habituales, como el ocio o la renovación de bienes durables.
UNA MOVILIDAD SOCIAL EN RECESO
El deterioro también se percibe generacionalmente: el 41% de los argentinos cree que vive peor que sus padres, mientras que solo uno de cada cuatro siente haber mejorado su situación.
Con el trabajo convertido en una herramienta de supervivencia y no de ascenso, la movilidad social —símbolo histórico del esfuerzo argentino— parece haberse frenado, y con ella la confianza en un futuro mejor.











