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SACAR $1000 Y RECIBIR $900: ¿EL FUTURO DEL EFECTIVO EN ARGENTINA?

12/11/2025 - 09:00

SACAR $1000 Y RECIBIR $900: ¿EL FUTURO DEL EFECTIVO EN ARGENTINA?

El Gobierno planea enviar al Congreso una reforma tributaria en 2026 que, si se aprueba, recién entraría en vigencia un año después. El objetivo suena claro: aliviar la carga impositiva y oxigenar la economía formal. Pero detrás del discurso de “bajar impuestos” se esconde una realidad incómoda: quitar tributos no es tan simple como suena.

Los especialistas lo resumen fácil: para bajar impuestos sin romper el equilibrio fiscal hace falta una combinación difícil de lograr —crecimiento sostenido, eficiencia del gasto público y tiempo. Mucho tiempo.


Un impuesto incómodo, pero rentable

En la mira del Gobierno está el Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios, más conocido como Impuesto al Cheque. Es uno de los más criticados por su carácter “distorsivo”, pero también uno de los más rentables. Solo entre enero y octubre recaudó $11,3 billones, lo que representa el 7,5% de los ingresos totales de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA).

Eliminarlo significaría un golpe directo a la recaudación. Y en un contexto donde cada peso cuenta, esa decisión es políticamente riesgosa.

Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), para cumplir con los compromisos del Pacto de Mayo —que plantea eliminar los tributos más distorsivos— se necesitarían nueve años de equilibrio entre reducción del gasto, crecimiento del PBI y alivio impositivo.

El pacto firmado entre la Nación y las provincias fija un límite claro: el Estado no debería representar más del 25% del PBI. Un objetivo ambicioso que no se alcanza de la noche a la mañana.


La propuesta que reavivó el debate

El exviceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis agitó el avispero cuando sugirió reemplazar el Impuesto al Cheque por un impuesto al retiro de efectivo. Su argumento: premiar los pagos electrónicos y castigar el uso del efectivo.

La propuesta generó críticas y elogios por igual.

El exministro de Producción Matías Kulfas salió a respaldarlo:

“El impuesto al cheque es el más absurdo que tenemos: castiga a quien mueve plata en blanco y premia la evasión. Gravar el uso del efectivo empujaría a la formalización”.

Kulfas lo graficó con un ejemplo provocador:

“Si sacar $1000 del cajero te deja solo $900 en la mano, ¿no usarías más pagos electrónicos? Esa es la idea”.


Los tributaristas no compran la idea

Pero entre los especialistas en impuestos, la recepción fue bastante más fría.

Para Nadin Argañaraz, titular del IARAF, eliminar el Impuesto al Cheque debería hacerse de manera progresiva, permitiendo computarlo a cuenta de otros tributos. Eso enviaría una señal política de alivio fiscal, pero sin desfinanciar al Estado de golpe.

El tributarista Sebastián Domínguez, de SDC Asesores, fue aún más contundente:

“No hay evidencia de que un impuesto al efectivo pueda compensar lo que se pierde con el cheque. Una alícuota del 10% sería una locura”.

Y advirtió:

“Todo el dinero en negro seguiría circulando igual. La gente buscaría atajos: comprar dólares, operar en efectivo o simplemente esquivar el sistema”.

Para Domínguez, la adopción de medios digitales debe darse naturalmente, no por castigo fiscal:

“En el Reino Unido, por ejemplo, hay locales que directamente no aceptan efectivo. Pero eso ocurre sin coerción ni impuestos nuevos”.


“No todo retiro de efectivo es igual”

Desde el Centro de Estudios Políticos y Económicos (CEPEC), Leonardo Anzalone coincidió en que la propuesta de Álvarez Agis es insuficiente.

“No es lo mismo un jubilado que saca toda su pensión que alguien que retira efectivo de una cuenta vinculada a actividades no declaradas. No se puede aplicar la misma vara para todos.”

Pese a sus críticas, Anzalone rescató un punto:

“En un debate económico cada vez más dogmático, al menos esta idea volvió a poner sobre la mesa el tema de los impuestos regresivos y antiindustriales como el impuesto al cheque.”


Menos impuestos, pero sin magia

Eliminar tributos distorsivos es una de las grandes asignaturas pendientes de la economía argentina. Pero hacerlo sin comprometer la recaudación requiere tiempo, consenso político y una economía que crezca de verdad.

En el fondo, la discusión sobre el Impuesto al Cheque revela algo más profundo: la tensión entre formalizar la economía y sostener al Estado.

Mientras tanto, el dilema persiste:
¿cómo bajar impuestos sin vaciar las arcas públicas ni frenar la recuperación?
Por ahora, la única certeza es que el camino será largo, y que la promesa de alivio fiscal no vendrá de un día para el otro.

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