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CRISIS EN ROSARIO: LA CAÍDA DE LOS MONOS REACTIVA LA VIOLENCIA NARCO

25/11/2025 - 08:27

CRISIS EN ROSARIO: LA CAÍDA DE LOS MONOS REACTIVA LA VIOLENCIA NARCO

La reciente secuencia de balaceras en Rosario —tres ataques armados en pocas horas contra figuras centrales del entramado narco— vuelve a poner en evidencia la fragilidad del escenario de seguridad en la ciudad. Lejos de tratarse de hechos aislados, la ofensiva señala un proceso profundo: la reconfiguración de las organizaciones criminales y la incapacidad estatal para anticipar sus movimientos.

El eje de los ataques vuelve a situarse en Dylan Cantero, de 21 años, el hermano menor del líder histórico de Los Monos, Ariel “Guille” Cantero, y del asesinado Claudio “Pájaro” Cantero. Su figura aparece como un símbolo del declive del clan, pero también como uno de los blancos más visibles en esta disputa por el poder territorial.

El secretario de Seguridad de Santa Fe, Omar Pereyra, reconoció que el estallido responde a un “reacomodamiento” del mercado narco rosarino, con la emergencia de nuevos actores y liderazgos. Sin embargo, lo que en los papeles suena a diagnóstico técnico, en la práctica expone una transición violenta que se veía venir: cuando una organización que dominó el negocio durante una década se fragmenta, la disputa territorial se vuelve inevitable.

Un clan en retroceso y un mapa criminal en mutación

La novedad que se consolida es clara: Los Monos están perdiendo supremacía. La diáspora interna del clan Cantero, dividido en facciones incluso difíciles de identificar, debilitó su estructura y dejó un espacio libre que otros grupos buscan ocupar con ferocidad.

La organización familiar que gobernó la zona sur de Rosario entre 2004 y 2013, expandiéndose desde el narcomenudeo hacia un poder económico y territorial inéditos, hoy es blanco sistemático de atentados letales. Su caída no implica un retroceso del narcotráfico, sino su reconfiguración.

Muertes anunciadas: un patrón que se repite

Los hechos recientes se suman a una larga lista de asesinatos de figuras históricas vinculadas al clan:

  • Octubre 2024: Samuel “Gordo Samu” Medina (25), yerno de “Guille” Cantero, es ejecutado de 16 disparos.

  • Enero: asesinan a Mario “Marito” Pino (42) en barrio Las Flores.

  • Abril: matan a Juan Maximiliano “Chicha” Ferreyra (45), operador de la zona sur ligado a “Pillín”.

  • También fue ultimado Ariel Gustavo Bovio (48) frente al Hospital Español.

  • Agosto: Juan Domingo Ramírez (51), sicario histórico de Los Monos, es atacado y muere veinte días después.

Cada muerte opera como un mensaje y un movimiento dentro del tablero criminal. La baja histórica de homicidios registrada desde mediados de 2024 ofreció una tregua frágil que hoy parece quebrada. El rebote de violencia sugiere que la contención fue apenas coyuntural.

Un desafío que exige más que declaraciones

El reacomodamiento de bandas no es un fenómeno espontáneo ni inevitable. Es el resultado de años de debilitamiento estatal, control penitenciario insuficiente, territorios cooptados y ausencia de políticas sostenidas. Cada fragmentación interna del crimen organizado es, en realidad, una prueba para el Estado: si no ocupa el vacío, lo ocupará la violencia.

Rosario vuelve a convertirse en el espejo donde se refleja la tensión entre distintos actores criminales y un Estado que reacciona tarde. La disputa por “nuevos liderazgos” no es solo una frase de coyuntura: es el síntoma de un problema estructural que, una vez más, estalla frente a todos.

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